sábado, 26 de junio de 2010

La acción de depender. #16.

Las economías débiles representadas en el mundo por los países más empobrecidos, dependen de las economías ricas que paradógicamente derivan parte de su fortaleza de la mano de obra y más aún de los recursos varios de los países pobres; pareciera que solos, los países pobres y débiles (particularmente desde un punto de vista de aplicación de normas jurídicas, económicas y judiciales correctas y efectivas), no logran encaminar su futuro hacia mejores estándares de desarrollo general, ni legislativamente ni en la prevención de la violencia que destruye los elementos básicos que generan prosperidad y confianza en los gobiernos elegidos por votantes inocentes y anhelantes de autoridades responsables que no cumplen con tales expectativas y que no enfatizan sus esfuerzos de gobierno de modo honesto hacia un beneficio nacionalista y responsable para con sus pueblos.

Esta situación vivida alrededor del mundo desde el África, Asia, en las Américas, y con menos rigor en Europa y Estados Unidos de América, marcan nuestras serias deficiencias hacia los importantes aspectos de la Salud Mental.

Las condiciones de descuido general que no permiten ofrecer recursos en salud, educación y estabilidad emocional, facilitan y generan un debilitamiento y una afección del sistema nervioso de los habitantes en quienes se expresa tanto con una existencia frustrante y poco reconfortante al esfuerzo realizado por sobrevivir, así como en afecciones médicas variadas y a un mal funcionamiento psicológico.

De esta manera, los desastres naturales repercuten al igual que la violencia cotidiana en un desbalance de la existencia que inevitablemente acarrea debilidad sobre el razonamiento, el incremento del estrés cotidiano y por ende en la calidad de vida de las personas.

La vida en condiciones de aglomeración y pobreza continua no permite vislumbrar un panorama de mejoría en el horizonte creando diversos grados de ansiedad, depresión y fenómenos de tensión continuada con las consecuencias de trastornos como los señalados.

La pobreza en si es factor determinante de necesidades insatisfechas que hacen que los índices de prostitución aumenten (así como de conductas delictivas y antisociales variadas), con los riesgos consiguientes de enfermedades de transmisión por contacto sexual incluyendo por supuesto el SIDA, estados de esclavitud sexual, abusos y denigración de las personas que no logran entonces desarrollarse espiritualmente sanas.

Es un instante este para señalar que la complejidad de la existencia humana hace ver que la Salud Mental depende de factores varios que a primera vista no tienen que ver sólo con servicios de salud, sino más bien resultan ser políticos, ambientales, sociológicos, antropológicos y por supuesto psicológicos lo que nos obliga a contemplar esta situación desde una perspectiva multidisciplinaria para poder apreciar la magnitud del problema que el mundo entero tiene con estos temas olvidados por los gobiernos de turno preocupados por otras instancias.

Volviendo al encabezado de esta nota; el hecho de tener que depender nos debilita no solamente como países sino como personas que ante la incapacidad productiva, nos vemos obligados a ejecutar acciones de toda índole para poder sobrevivir; apareciendo riesgos de violencia doméstica, bajos niveles de educación, el empirismo predominante en la actividad productiva informal que surge de la necesidad y de esa forma perpetuando una deficiencia en la calidad y por ende incrementando nuestra necesidad de depender de otros para poder continuar.

Concluimos afirmando que la necesidad de educación es posiblemente la primera medida a tomarse en búsqueda de una salida a este marasmo existencial; la necesidad de controlar el número de hijos a ser procreados, la necesidad de transmitir en casa el concepto de independencia, creatividad y libertad así como el respeto por si mismo y hacia los demás y hacia el medio ambiente resultan ser recomendaciones invariables que son básicas para madurar sanamente y poder así necesitar menos de la aparentemente cómoda postura de depender de otros.

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